La pequeña Vale inició en agosto de 2020 el quinto de primaria. El 17 de diciembre presenció su clase de matemáticas a distancia sobre los triángulos. A los 15 minutos, la pequeña de 10 años ya había perdido el hilo tras escuchar varias veces las palabras vértices o línea perpendicular, sin que hubiera alguien que le ayudara a resolver sus dudas. El capítulo “Un triángulo de altura» finalizó y la tercera hija de una familia de siete integrantes, tuvo que enviar su tarea con el apoyo de padres y hermanos.
Su caso muestra parte de lo que ha sucedido con el programa Aprende en Casa II, una estrategia del gobierno federal para seguir con el proceso educativo de los 32.9 millones inscritos en el ciclo escolar 2020-2021, que ha costado al menos 115.2 millones en producción y edición, de acuerdo con la revisión de un centenar de contratos disponibles en la Plataforma Nacional de Transparencia, en contraste con la cantidad de documentos que muestran el gasto no hay estudios oficiales que muestren estadísticas, avances o beneficios de Aprende en Casa en los alumnos.
Sobre los efectos del programa en los alumnos, destacan los resultados de la encuesta Educar en Contingencia, realizada por investigadores de la Universidad Iberoamericana, en la que se muestra que sólo el 44.2% de estudiantes de primaria entre 4to y 6to mencionó Aprende en Casa como un recurso utilizado por sus profesores, 55.3% en secundaria y sólo el 15.6% de media superior.
Adicionalmente, la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) revela que 26.6% de los niños, niñas y jóvenes que no se inscribieron en el actual ciclo escolar considera que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje.
Luz María Moreno, coordinadora de la Licenciatura en Pedagogía de la Universidad Iberoamericana, señala que Aprende en Casa II es un modelo educativo unidireccional de transmisión de contenidos y no de construcción de aprendizajes, método que se hace por medio de la relación entre los actores educativos: familias, docentes y estudiantes.
“El problema es que no acaba el sistema educativo de creer en sus docentes, seguimos con esta metodología de centralizar la enseñanza por encima del aprendizaje, porque el aprendizaje, desde la perspectiva pedagógica, se construye y eso no pasa en Aprende en Casa”, dice.
En ese sentido, el gasto del gobierno federal para enfrentar el cierre de las escuelas derivado de la epidemia de COVID-19, parece que no ha sido suficientemente útil para los alumnos que llevan un año fuera de las aulas, al menos así lo consideran los especialistas.